Cuando era pequeña no jugaba con muñecos, a lo sumo llegaba a pintarles la cara con rotuladores antes de abandonarlos en un rincón. A veces ni eso… recuerdo una muñeca de trapo que hizo de una caja de zapatos bajo la cama su refugio ante mi doloroso e infantil desprecio.
Mi posesión más preciada era una caja de pinturas Alpino que me acompañaba a todas partes… era un auténtico drama sacarles punta y ver cómo mis lápices se hacían cada vez más pequeñitos… y es que menguaban al igual que mi infancia.
Algunos colores se gastaban con mayor rapidez; los rojos, los verdes, los amarillos… y así llegó un momento en el que hubo colores que desaparecieron de mis dibujos, y así desaparecieron también algunas ilusiones, algunos sentimientos…
Todos mis dibujos iban a parar al mismo sitio, un cajón en la cómoda de mi madre, a la espera de que mi padre viniera de alguno de sus “viajes de trabajo” para verlos. Y a medida que desaparecían los colores del papel, desaparecían también las esperanzas puestas en que mi padre volviera para recogerlos.
Así empezó a menguar el número de dibujos que se guardaban en el cajón, en proporción al número de ellos que rompía por no parecerme lo suficientemente buenos. También empecé a regalarlos, pero yo nunca me quedaba con ninguno, ya que al mirarlos lo único que podía ver era el hecho de que cada vez mi vida tenía menos colores.
Dejé de dibujar durante una larga temporada, y cuando volví a hacerlo (hace relativamente poco) lo hice a lápiz, sin colores, asumiendo una existencia monocromática, o lo que es lo mismo, analgésica, antiséptica, que anula el dolor por la pérdida de ilusión.
Han existido ocasiones en las que he olvidado el lápiz y he dejado que entrara en mi vida algún color, pero, a la larga, no ha sido efectivo… se me olvida demasiado pronto que los felinos no distinguimos los colores.
Por fortuna o por desgracia, la vida se encarga de recordármelo a menudo.
Un texo precioso, tocaya ;)
*texto
Espero que no te preocupe que me entretenga con estos textos, en lugar de ponerme con una aburrida tareas que he postergado durante 9 años, y extingue su plazo máximo brevemente (a eso le llamo yo dejar una cosa para el final).
He leído otros cuantos de tus curiosos monólogos. Y a estas alturas ya no admito "monólogo" como palabra maldita.
Quería decirte que me gustó, aunque sea triste. Me lo he creído, y no sé si he hecho bien, porque a menudo confundo cuentos y realidades, me las cuelan que es un gusto, y eso que voy desconfiado, pero no debe ser cuestión de confianza, sino de inteligencia. mi peloespco ye stoy addascadooewe...
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He reiniciado, se me iba la cabeza.
Ya me gustaría echar un vistazo a los dibujos. Tengo en una caja un montón de dibujos de mi hija. Siempre he comprado todo tipo de cosas para que ella pinte. No hace mucho, lápices acuarelables, que les pasas un pincel mojado y quedan como acuarela: la monda. A euro la pieza, algo carillo el juego de 24.
Los colores no deberían habérsete gastado nunca. ¡Pero si pareces la chispa de la vida! Bueno, la chispa es blanca, pero esa luz blanca saca los verdaderos colores de todo lo que ilumina. Claro, luego pasamos del fogonazo a la oscuridad...
Pienso que colorear se vuelve complicado cuando se pierde la ingenuidad. No te preocupues, porque este blog tiene un colorido perfecto, es tu nuevo rincón donde dibujar, con palabras, pero los sentimientos siguen vivos y son coloridos. Mira, me siento animado, me río e ilusiono queriendo copiar de tus ideas.
¿Estuviste casualmente en la exposición de Van Gogh en el Tissen? Yo tuve la suerte. Y te quedan en la mente cosas bellas en las que pensar. Como tus vacaciones 2009, un montón de recuerdos enlatados en un texto de tu blog. Para mi fue como ver un collage colorido, fresco y divertido.
Tienes los colores. Nunca se terminaron de verdad. Hicieron un fundido con tus sentimientos, que compartes aquí a tus 33.
Ah!, muchas gracias por comentar mi blog. No te escribo para que lo hagas, es que merece la pena leerte. Por eso traté de resaltarlo con una imagen. Chao.
jejeje
No me preocupa que te entretengas, se agradece el tiempo invertido.
Tengo un defecto, no sé escribir de lo que no he vivido (a no ser que se trate de infantiles cuentacuentos con los que ganarme las vacaciones), así que haces bien en creertelo...
aunque me pasa como a muchos; que el recuerdo acaba estando más adornado (en un sentido u otro) que aquello que rememora.
Claro que tengo colores, pero en esa etapa (tiene unos añitos el texto) no era capaz de verlos. Daltonismo postadolescente decidí llamarlo :-)
("Boxeo" es de la misma época, tuve una post-adolescencia tardía, larga y auto-atormentada que dio como fruto textos a guardar en un cajón y releer muy de cuando en cuando para rememorar épocas distantes y alegremente superadas :-))