"que estoy hecha a pintar mis suelas
del color del polvo de donde tu quieras"
(El perro verde - Marea)
del color del polvo de donde tu quieras"
(El perro verde - Marea)
Lo sé. Sé que ahora estoy aquí, maltrecha, sucia, sin poder "ponerme en pie" como es debido. No es cómodo. Nada cómodo. Es hasta humillante...
Pero la verdad es que haciendo recuento, que es lo que hacemos todos cuando llegamos a viejos, la conclusión es que no me puedo quejar. "¡Y para quejarse!", diréis algunos. Porque ahora está muy de moda eso. Se escucha a menudo. A la del tercero, por ejemplo, que siempre dice algo así como "en los tiempos que corren no te puedes ni quejar". Ya ves, ni eso que era gratis y que tanto nos gustaba a algunos... Se oye mucho en la tele también, sí.
Pero volvamos al asunto que me disperso. Decía que a pesar de la situación actual, he sido una bota izquierda feliz.
Todavía recuerdo cuando estábamos en la estantería y yo no paraba de preguntarme "¿Nos llevará esa chica que pasa? eh! eh! ¿será ese señor?" y mi compañera me decía "somos calzado femenino, absurda, no nos va a comprar un señor... y no nos pongas en evidencia, un poquito de dignidad" Pero yo pensaba que ese señor que pasaba nos podía comprar para regalarnos a alguien ¿no? Y qué bonito convertirse en un regalo para alguien... Entonces ella resoplaba y hacía como que yo no estaba allí, pero yo no se lo tenía en cuenta, sabía que estaba enfadada porque nos habían puesto de oferta al 50% y eso hería su pundonor. A las botas derechas les preocupan mucho esas cosas.
Mi existencia ha sido importante. Ser una bota izquierda es importante. Lo sé porque lo leí una vez cuando ella se quedó dormida y ese libro acabó en el suelo a mi lado. Allí decía que la parte izquierda del cuerpo era la parte del corazón. "¡Yo soy la del corazón!" le dije a derecha orgullosa. Y ella me ignoró de nuevo. (No es que mi vida fuera a cambiar mucho por lo que había leído, pero oye, le hizo ilusión a una).
Pronto descubrí que ser la bota izquierda era todo un curro, porque con eso de ser la del corazón me tocaba a mí todo el trabajo; ya sabes, los golpes con el tacón en el suelo cuando se enfadaba, los desgastes de la puntera contra la acera cuando estaba nerviosa, o impaciente y los momentos en vilo, temiendo por mis tapas y mis suelas cuando él la besaba. Hasta una vez volé por los aires cuando sin consideración alguna me arrancó de su pie para usarme como arma arrojadiza. Luego lo intentó con derecha, pero ya se había quedado sin fuerzas y la dejo caer junto a la cama mientras empezaba a llorar. Derecha se pasó después de eso 3 semanas sin hablarme, pero no se lo tuve en cuenta, sabía que no ser la primera en algo hería su orgullo. A las botas derechas les preocupan mucho esas cosas.
(...¿CONTINUARÁ?)
Pero la verdad es que haciendo recuento, que es lo que hacemos todos cuando llegamos a viejos, la conclusión es que no me puedo quejar. "¡Y para quejarse!", diréis algunos. Porque ahora está muy de moda eso. Se escucha a menudo. A la del tercero, por ejemplo, que siempre dice algo así como "en los tiempos que corren no te puedes ni quejar". Ya ves, ni eso que era gratis y que tanto nos gustaba a algunos... Se oye mucho en la tele también, sí.
Pero volvamos al asunto que me disperso. Decía que a pesar de la situación actual, he sido una bota izquierda feliz.
Todavía recuerdo cuando estábamos en la estantería y yo no paraba de preguntarme "¿Nos llevará esa chica que pasa? eh! eh! ¿será ese señor?" y mi compañera me decía "somos calzado femenino, absurda, no nos va a comprar un señor... y no nos pongas en evidencia, un poquito de dignidad" Pero yo pensaba que ese señor que pasaba nos podía comprar para regalarnos a alguien ¿no? Y qué bonito convertirse en un regalo para alguien... Entonces ella resoplaba y hacía como que yo no estaba allí, pero yo no se lo tenía en cuenta, sabía que estaba enfadada porque nos habían puesto de oferta al 50% y eso hería su pundonor. A las botas derechas les preocupan mucho esas cosas.
Mi existencia ha sido importante. Ser una bota izquierda es importante. Lo sé porque lo leí una vez cuando ella se quedó dormida y ese libro acabó en el suelo a mi lado. Allí decía que la parte izquierda del cuerpo era la parte del corazón. "¡Yo soy la del corazón!" le dije a derecha orgullosa. Y ella me ignoró de nuevo. (No es que mi vida fuera a cambiar mucho por lo que había leído, pero oye, le hizo ilusión a una).
Pronto descubrí que ser la bota izquierda era todo un curro, porque con eso de ser la del corazón me tocaba a mí todo el trabajo; ya sabes, los golpes con el tacón en el suelo cuando se enfadaba, los desgastes de la puntera contra la acera cuando estaba nerviosa, o impaciente y los momentos en vilo, temiendo por mis tapas y mis suelas cuando él la besaba. Hasta una vez volé por los aires cuando sin consideración alguna me arrancó de su pie para usarme como arma arrojadiza. Luego lo intentó con derecha, pero ya se había quedado sin fuerzas y la dejo caer junto a la cama mientras empezaba a llorar. Derecha se pasó después de eso 3 semanas sin hablarme, pero no se lo tuve en cuenta, sabía que no ser la primera en algo hería su orgullo. A las botas derechas les preocupan mucho esas cosas.
(...¿CONTINUARÁ?)