Cuando era pequeña, siempre quise que me pusieran gafas. Me ponía las de mi madre en cuanto tenía ocasión, unas gafas enormes, ochenteras, muy a la moda, con las que me veía preciosa ante cualquier espejo. Cada vez que una compañera de clase venía protestando y con esa fundita de multiópticas yo me acercaba a su pupitre y le preguntaba si me dejaba ponérmelas, y en las revisiones médicas siempre fallaba adrede alguno de los símbolos de la última fila a ver si había suerte... pero no, nací con "exceso de visión".
Nacer con exceso de visión puede parecer muy interesante y especial… mi abuela siempre me lo decía, Vera, tú eres especial… cómo echo de menos a mi abuela… tú tienes un don, y tienes que hacer un buen uso de él… como el chico este que se convierte en murciélago… o algo así... decía la pobre.
[Fragmento de "Con V de..."]