Una mañana al despertarse, con los ojos aún a medio abrir, descubrió que su mundo se había vuelto del revés. Lo lógico hubiera sido caer en la desesperación, en el grito fácil, en un mar de dudas... y casi estuvo a punto de perder los nervios cuando, por tres veces, se le marchó el café al techo antes de conseguir, gracias a una pericia gravitatoria digna de alabanza que su dosis diaria de cafeína levitara hasta la taza.
Cierto es que cualquier persona normal en semejante situación hubiera dejado que el pánico la invadiese... y cierto es también que, aunque ella no era lo que podríamos llamar una persona normal, sintió ese sudor frío en la nuca con el que el miedo anuncia que se va a pasar por tu casa para ver cómo te va
Pero finalmente optó por ponerse de puntillas y alcanzar una de las sillas que pendían sobre su cabeza.
Y se sentó a contemplar las cosas desde este nuevo punto de vista.
Sucedió sin más.
Al final te acomodas a todo, hasta sentada de esa silla mientras contemplas cómo todo cuelga cabeza abajo... Qué bonita la imagen!
bonito es desear e intentar siempre subir....