Me llevo la receta de tu batido de chocolate blanco, prometo traerlo de vuelta pero así tendrás la excusa perfecta para acompañarme.
No te preocupes por el neceser, ya me he encargado de que no te falten las risas a medianoche, están en el mismo bolsillo que las ganas de contar estrellas.
Por si me mareo en el avión, como es habitual, no te olvides de meter en la mochila un abrazo tranquilizador, nunca viene mal cuando voy palideciendo en el aterrizaje y sabes que si no es tuyo, no funciona.
Los billetes los llevo en el bolso, al lado de la ilusión de no tener que volver a esa vida real que nos ha consumido este año y a la que no recurriremos hasta que agotemos el último minuto de la última hora de estas ansiadas y necesarias vacaciones.
Pilla algún libro para los trayectos largos, te has hecho tan experto en conducir furgonetas que hay que darle emoción de alguna forma a esas carreteras que prometen playas de fina arena y agua cristalina.
Por cierto, no he olvidado la agenda, ni las frases subrayadas, ni las horas de más en la oficina, ni los momentos de frustración y agotamiento extremo. Los he dejado guardados en el cajón de la cómoda con toda la intención. Quizá desaparezcan sin más como lo hacen a veces los calcetines en esa habitación llena de duendes que compartimos.
Tira de movil, el viaje no sería el mismo sin la risa y complicidad de aquellos que nos abrigan el corazón desde hace unos años, unos meses, unos recuerdos compartidos... es grato volver a las hogareñas playas que ya recorrimos con algunos de ellos a nuestro lado.
Pequeño, recoge el relax y la satisfacción, el alivio y el descanso, la tranquilidad, la falta de agobios, si nos organizamos, vamos a poder llevarlo sin problema como equipaje de mano.
Cierra con llave y no olvides apagar el gas, porque honey, we're leaving town.
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No te preocupes por el neceser, ya me he encargado de que no te falten las risas a medianoche, están en el mismo bolsillo que las ganas de contar estrellas.
Por si me mareo en el avión, como es habitual, no te olvides de meter en la mochila un abrazo tranquilizador, nunca viene mal cuando voy palideciendo en el aterrizaje y sabes que si no es tuyo, no funciona.
Los billetes los llevo en el bolso, al lado de la ilusión de no tener que volver a esa vida real que nos ha consumido este año y a la que no recurriremos hasta que agotemos el último minuto de la última hora de estas ansiadas y necesarias vacaciones.
Pilla algún libro para los trayectos largos, te has hecho tan experto en conducir furgonetas que hay que darle emoción de alguna forma a esas carreteras que prometen playas de fina arena y agua cristalina.
Por cierto, no he olvidado la agenda, ni las frases subrayadas, ni las horas de más en la oficina, ni los momentos de frustración y agotamiento extremo. Los he dejado guardados en el cajón de la cómoda con toda la intención. Quizá desaparezcan sin más como lo hacen a veces los calcetines en esa habitación llena de duendes que compartimos.
Tira de movil, el viaje no sería el mismo sin la risa y complicidad de aquellos que nos abrigan el corazón desde hace unos años, unos meses, unos recuerdos compartidos... es grato volver a las hogareñas playas que ya recorrimos con algunos de ellos a nuestro lado.
Pequeño, recoge el relax y la satisfacción, el alivio y el descanso, la tranquilidad, la falta de agobios, si nos organizamos, vamos a poder llevarlo sin problema como equipaje de mano.
Cierra con llave y no olvides apagar el gas, porque honey, we're leaving town.