Tengo tiritas para las frases que no deberías haber dicho, un mullido almohadón donde curar las heridas en el orgullo, infusión oriental contra la desesperación profunda y un rincón calentito para cuando el frío ataque tu sien.
En la librería del rincón encontrarás el libro para el consuelo que me pediste, junto a él mi cuaderno, en el que recojo continuos agradecimientos y destinos cruzados, enciende las velas de la mesita cuando se te empañe la mirada, huelen muy bien, y me dijeron las brujas que calman el peor de los arrepentimientos. No te preocupes, no he olvidado ese viejo jersey de sonrisas que tan bien acompaña en las tardes lluviosas, está en el primer cajón de la cómoda, al lado de mis ganas por que te encuentres mejor.
Te cedo mi mantita de lágrimas, no pasa nada si la empañas, está acostumbrada a la humedad y se recupera sorprendentemente bien a pesar de los años.
Si puedes, aguanta hasta que regrese esta tarde y te ayudo con el helado de chocolate para la autocompasión inevitable, las galletas anticulpabilidad las compro de camino a casa.
Cuando te apetezcan abrazos avisa, se me desbordan por las mangas de la camisa, pero podré retenerlos hasta que tengas fuerzas...
Se que no hace falta decirlo, pero hay momentos en los que el sentido común deja paso al sinsentido disperso y es mejor recordarlo por si moscas: aquí me tienes.
Cuando ofreces tu ayuda, es mejor no despreciarla... si alguien se ofrece de la misma manera que lo has hecho, es que realmente quieres ayudar.
Besos de una maia.
(gracias por tu visita, aunque ahora tenga nueva dirección)
y yo que he disfrutado y disfruto de tu ayuda me he preguntado y pregunto constantemente ¿como puedo agradecerte cada una de las miradas que me dedicas cuando se me funde la bombilla que me indica el camino a seguir?
Te quiero
Me encanta!!! (sin palabras...)