Prefiere darle la espalda, le avergüenza su desnudez, pero no por grotesca u ordinaria, sino porque le recuerda la propia.
En silencio se pregunta si estará sentada en ese pasillo por los mismos motivos, si buscaba un dorado que ni siquiera persiste en las paredes que decoran la escena o si fue engañada aprovechando las ansias de encontrar algo mejor.
No se imagina compartiendo confidencias o risas, desgracias o recuerdos. No quiere pensar en un futuro que la sitúe en ese desvencijado banco de madera.
Tiene frío, pero no se atreve a pensar en una alternativa que la obligará a soportar el caliente aliento de quien pague por no escucharla ni mirarla a los ojos, por si su tristeza le apaga las ganas. Así que reza no sabe a qué ni a quién porque la consideren demasiado delgada, o demasiado pálida, o demasiado triste para compartir un insano colchón.
Se evade pensando en cómo sería ese lugar hace unas décadas. Cuando las lámparas lucieran nuevas y brillantes, las alfombras llenaran los pasos de color y los muebles no parecieran a punto de caer. Se imagina vestida de satén, recorriendo las estancias con unos preciosos botines de tacón y lazos de tafetán, comprobando que todas las habitaciones cuentan con el calor que ahora se les escapa a base de desengaños, escuchando las risas de los niños jugando en el salón y el piano de la entrada, regalando a los oídos una hermosa melodía acallada a base de polvo y años.
Hasta parece que la brisa exterior, cantarina, la llama entre susurros…
…pero no es la brisa quien la nombra.
Ilustración: "Two Prostitutes" de Cellar-Fcp
Una historia sobre otro de los diversos cuadros de prostitutas que hizo Cellar. Es justamente lo que parece leerse en la cara de la joven. Vender no solo la dignidad a un precio siempre ridículo en comparación...
Me has conmovido.
Gracias :-)
Por cierto, minijuegos!!
que peligro, con lo que me engancho yo a estas cosas jajajaja
me despiden ya veras...