La Santa (Murcia), rozando el cielo con la punta de los dedos, el puente de madera sobre el riachuelo, la montaña y la playa a un paso. Las raras piscinas de Cieza. El Mediterráneo de Bolnuevo y sus peces transparentes, una arena menos frecuentada de lo esperado y la suerte de que así fuera, una aldea medieval en cuesta con unos habitantes menos acogedores de lo esperado. Unos autóctonos peculiares y un acento familiar... la m con la a.. ma!
El lago de Sanabria, el agua fría recibiéndote un año más, las improvisaciones en la sobremesa para que el tiempo de digestión se le pasara más rápido a la peque. Los cambios de bikini en el agua a merced de las gafas de buceo. La terraza y sus cervecitas con limón, la fideua y los baños en el río. Bollywood y sus embajadores, que te servían el durum siempre con una sonrisa en los labios y en los ojos. Mi fiel e incansable compañero de aventuras.
La cerradura, la lavadora, el taxi y el día de nunca acabar. Los ensayos y las tardes de piscina y exfoliante la semana antes del vuelo.
Fuerteventura, los picapiedra, el fantasma del gimnasio del hotel y la lagartija estresada que perdió la cola. Las olas y las canciones en la dulce voz de Laura mientras las saltábamos. Las fotos en las dunas. La señora Rocachonni, la mejor directora del instituto. Pedro, Wilma, Betty y Pablo. Calixta y Nicanor. La búsqueda de Dino. El "Tortuga" y su simpática camarera. Las colonias a mitad de precio. El ron miel y el Areucas con cola. Los camareros del hotel, siempre encantados de ver españoles, aunque sean teatreros un poco chiflados. Las dunas y las fotos artísticas. El acento canario y el picapedrero. La llamada de Pau Gasol y los niños abducidos de terracota. La chica ye-ye y la búsqueda infructuosa del karaoke. El festival de la canción, la playa de la cebada, la gymkhana. El socorrista tripón. El moreno sin marcas, el mojo picón y el choco en el puerto. El buffet del desayuno, el robo de las fundas de almohada. Los compañeros de viaje y experiencias.
Y mañana Salamanca... arañando los pocos días que quedan.
Todas y cada una de esas imágenes en un rinconcito latiente de facil acceso para cuando la rutina me haga olvidar que la vida es algo más que trabajo. Todos y cada uno de esos sentimientos para cuando el moreno se despida hasta más ver y cambie las chanclas por las botas. Todas y cada una de estas letras para recordarme que soy afortunada por lo vivido y por lo que queda por vivir.
(En la foto: Detalle del patio en el Hotel-Monasterio de Santa Eulalia, La Santa, Totana, Murcia)
Mamma mía (eso es lo único que te ha faltado, ¡y aún estás a tiempo!)
¡Pero es que te has llevado las vacaciones de medio país!
La leche, y qué manera de condensar.