A: ¿Pero cómo es posible que ya no quieras ser sirena? No me lo creo, son ganas de llamar la atención... ¿Me quieres hacer creer que ya no quieres nadar entre peces de colores y jugar en los arrecifes de coral?
B: Puedo jugar en los bosques y saltar sobre los charcos
A: ¿Y las corrientes submarinas? ¿Y los delfines?
B: Los paseos sobre hojas secas... los gatos...
A: Poder llegar a dónde otros no llegan, disfrutar de la libertad del océano.
B: Estar donde está el resto del mundo. Disfrutar de su compañía...
A: Las medusas, los galápagos, los cangrejos cantarines...
B: La piel de gallina al oir una voz susurrando...
A: Pero... ¿Es que no ves que tienes lo que ellos desean? ¿No les ves con sus trajes ridículos y sus espaldas cargadas de aire tratando de emularnos?
B: El calor al abrazarnos, el contacto físico, sentir la calidez de otra respiración sobre tu piel...
A: ...
B: Tener el pelo seco, sobre los hombros, para que puedan colocártelo suavemente... detrás de la oreja... mientras te hundes en sus ojos...
A: ... B
B: Dime...
A: ... que yo tampoco quiero ser sirena.
(Ilustración: Quentin Greban. Más información aquí)
Bueno, la fantasía sirve para soñar mundos mejores, pero no hay nada mejor en el mundo que que te aparten el pelo suavemente detrás de la oreja...
Tú y yo lo sabemos Rey :-)
(y las sirenas también)