Alicia se cansó de ser la musa no consultada de los desvaríos de un viejo verde.
Se negó a tomar píldoras de colores y a celebrar fiestas de no cumpleaños.
En un momento de despiste monoparental se cambió el color del pelo y subastó su vestido por Ebay. Eso sí, conservó su diadema azul para recordarse cada día el lugar al que nunca volvería.
Pilló un billete de tren que la alejara lo más posible de la Reina de Corazones y se plantó en un suburbio neoyorkino con los bolsillos llenos de nada y el alma a mil por hora
Descubrió que el Red Bull estimulaba más que las tazas de té y gracias a su amplia experiencia con los naipes no tardó en convertirse en la trilera más respetada de la 3ª avenida (la 5ª aún no estaba a su alcance). Mientras tanto, algún proyecto de príncipe azul se cruzó por su camino, pero ninguno se quedó lo suficiente para que ella pudiera comprobar si tenía posibilidades como sustituto del Sombrerero Loco, ingresado en un centro psiquiátrico del que se negaron a darle la dirección.
Dejó de ser Alicia para convertirse en Alice, y a fuerza de trampas y sonrisas pícaras consiguió pasar los castings para el Reality Show del momento, donde fueron sonados sus artificiales enfrentamientos con Caperucita y Rapunzel. A partir de entonces, continuas apariciones en los medios desmintiendo que se llevara mal con ellas por sus tendencias lésbicas, programas del corazón y portadas de dudoso gusto le encumbraron hasta conseguir un programa de madrugada para almas en desgracia y salidos con saldo en el móvil.
Hasta el menos listo anticipaba que tanta vida se le escaparía en algún momento, que acabaría en algún rincón con las pupilas dilatadas y la sangre saliendo a borbotones por sus muñecas...
Por eso nos consterna y sorprende al mismo tiempo que a la firma de la presente se confirme que la causa de la muerte de la pequeña Alice fuera una peligrosa, y hasta el momento desconocida, alergia a los conejos blancos.
Bien, una interesante adaptación metamorfósica de Alicia para el 2.009, con tinte gótico. I Like it!
Nada, me marcho por hoy, que ya cansa tanto peloteo.
¡Hala!, Chao.
Lo mejor de los clásicos es que siempre permiten la reinvención y la adaptación a los tiempos de hoy... ¡Genial, Patri!
Pues sí, parece que nos va joder cuentos jaja. Aunque este se acerca más a mi visión de Blancanieves que a la de Caperucita. Aunque ese creo que no lo hice público porque me chirría.